En el año de la defenestración final de quienes hasta octubre fueron duques de York, lo que ocurriese este jueves 25 de diciembre en la tradicional celebración navideña de la familia real británica en Sandringham —en concreto, en la comitiva en la que anualmente se les inmortaliza acudiendo a misa—, era significativo. Tras meses de retiradas tanto de títulos como de apoyos públicos por su polémica e injustificable relación con el fallecido pedófilo estadounidense Jeffrey Epstein, la ausencia de Andrés Mountbatten-Windsor —una vez, príncipe Andrés de Inglaterra— y de su exesposa Sarah Ferguson en Sandringham era más que esperada. La única duda se planteaba con las hijas del exmatrimonio —se divorciaron en 1996—, Beatriz (Londres, 37 años) y Eugenia (Londres, 35 años) de York, las únicas supervivientes, por el momento, de la caída en desgracia de sus padres. Finalmente, las princesas, que conservan su título por decisión de su tío, el rey Carlos III de Inglaterra, han desfilado este jueves junto al resto de la familia, en un paseo soleado hasta la capilla de Santa María Magdalena jaleado por las decenas de curiosos que siempre se acercan a saludar a los reyes y al resto de la familia.
Según recogen los medios británicos, la princesa Beatriz ha estado acompañada de su esposo, Edoardo Mapelli Mozzi, mientras que la princesa Eugenia lo ha hecho de su marido, Jack Brooksbank. La comitiva, como es habitual, ha estado encabezada por los monarcas y también ha contado con la presencia de la princesa Ana y de los príncipes de Gales y sus tres hijos, entre otros miembros habituales. Entre mucha presencia de tonos ocres, las que más han destacado del desfile con sus atuendos han sido la reina Camila y la princesa Ana, quienes han coincidido en el rojo (muy navideño) de sus abrigos. Juntos han llegado hasta la entrada del templo, donde los ha recibido el sacerdote ante la mirada y las fotos constantes de los curiosos y los fotógrafos.
La delicada postura que han mantenido durante los últimos meses las dos hermanas, que han estado moderadamente alejadas de las polémicas de sus padres, hacía pensar en cómo definiría su relación con ellos lo que hicieran el día de Navidad: por un lado, su presencia en Sandringham, junto al resto de una familia real que ya no cuenta con sus progenitores, podría ser interpretado como un distanciamiento de estos; por otro, su ausencia un día como este podría haber connotado el apoyo de Beatriz y Eugenia a una nueva vida alejada de la monarquía.
La foto de los Windsor en Sandringham es tan volátil como esperada. Desde el ascenso de Carlos III al trono británico, en sustitución de su madre, la reina Isabel II, fallecida en septiembre de 2022, la comitiva que cada 25 de diciembre reúne a los miembros de la familia real camino del servicio religioso en Norfolk ha ido variando. En el año 2023, el de la coronación del nuevo rey, Fergie, como llaman los británicos a Sarah Ferguson, se unió al corto paseo (de solo unos metros) hasta la capilla después de 30 años vetada, los que pasaron desde su separación de Andrés, en 1992. En esa primera Navidad liderada por los reyes Carlos III y Camila, la exesposa del entonces todavía príncipe, con quien guarda una buena relación —incluso comparten mansión en Windsor, que deberán abandonar por decisión del rey—desfiló junto al padre de sus hijas tras los miembros sénior de la familia real. La última vez que lo hizo caminó y compartió risas con Diana de Gales, en el año 1991.

Según los cronistas de la realeza británica, el motivo de la redención momentánea de Ferguson fue el agradecimiento del monarca por las labores de disuasión de su excuñada para que su ya incómodo hermano dejara de participar en los actos oficiales de la familia. Antes, en el año 2022, durante sus primeras navidades como rey desde la muerte de su madre, ya la había invitado a pasar las fiestas en Sandringham, aunque en aquella ocasión no se les unió en el servicio religioso.
Ese 2023 era también el segundo año en el que Andrés acudía a la finca de Sandringham, propiedad de los monarcas británicos desde hace cuatro generaciones, tras años de ausencia. Mientras que algunos medios británicos lo interpretaban como una señal de rehabilitación gradual en la familia —el diario británico The Times llegó a asegurar: “El rey ha alentado el deshielo de las disputas familiares”—, la sombra de la publicación de los documentos que relacionarían a los padres de las princesas Eugenia y Betriz de York con Epstein era, en cambio, cada vez más oscura. En concreto, se esperaban con preocupación los archivos que involucrarían al exduque como parte de la demanda civil de Virginia Giuffre, la mujer que le acusó de abusos en tres ocasiones cuando era menor de edad —después de que Epstein los pusiera en contacto— y que acabó suicidándose el pasado mes de abril, a los 41 años. Sus acusaciones y esa demostrada relación con el fallecido depredador sexual fueron precisamente las razones por las que, antes de morirse, en enero de 2022, la reina Isabel le acabó retirando los títulos militares y los patronatos reales a quien era, según siempre se dijo, su hijo favorito. En realidad, un prólogo de lo que vendría luego.

En 2024, un año especialmente delicado para la familia real británica, en el que había dado a conocer los diagnósticos de cáncer del rey Carlos III y de la princesa Kate Middleton, ni Andrés ni su exmujer, aparentemente redimida durante un par de años, estuvieron en la comitiva navideña de Sandringham. En cambio, en el paseíllo previo al discurso navideño del rey sí se pudo ver a una de sus hijas: la princesa Beatriz, tras anunciar un repentino cambio de planes debido a su embarazo de riesgo y al inminente nacimiento del nuevo miembro de los Windsor, dejó a un lado sus navidades en Italia con su marido y se quedó en el Reino Unido para acudir a Norfolk.
Llegado este 2025, las relaciones de la familia real en lo que se refiere a su delicada posición en el capítulo Epstein han acabado de tensarse tras la publicación del demoledor libro Entitled: The Rise and Fall of the House of York (William Collins,2025) (Privilegiado: auge y caída de la Casa de York, en español). Esta biografía del historiador Andrew Lownie, además de retratar al exduque como un déspota, cruel y consentido, profundiza en su relación con el pedófilo estadounidense, ese elefante en la sala que los Windsor intentan ignorar, pero que les sigue estallando en las manos.
Incluso ante este devastador retrato, este verano su hermano el rey accedió a que Andrés pasara unos días con el resto de la familia en el castillo escocés de Balmoral, donde acudió junto a Ferguson, Beatriz y Eugenia. Las memorias póstumas de Virginia Guiffre, publicadas el pasado octubre por la editorial Knopf, parece que no han hecho tambalear tampoco estas navidades el futuro de las princesas. Veamos qué les depara 2026.

