
Lara Moreno (Sevilla, 1978) se ha vaciado los bolsillos y ha recuperado ocho relatos que había ido publicando aquí y allá, los ha releído y notado que aún podía dialogar con ellos y éstos entre sí. A ésos, ha añadido nuevos relatos para la ocasión con la urgencia de su vida personal y profesional, y nos ha entregado un tercer volumen de tiros cortos después de Con todas las tijeras (2004) y Cuatro veces fuego (2008).
Moreno viene de la poesía, del fogonazo y eso se puede ver otra vez en esta nueva colección de relatos. Ella misma ha definido su manera de encarar el relato: bajar a la calle, gritar y echar a correr. Definición de poeta. Absolutamente. La intensidad de esa manera de ver, fingir que no se ve, desvelar y seguir adelante, dibujar los contornos, nunca enfocar directamente nutre su poesía y también la distancia corta de sus relatos. Su primera incursión en la novela Por si se va la luz (2013), quizá estaba demasiado pendiente de disimular deudas con todo ello, pero las siguientes entregas Piel de lobo (2016) y La ciudad (2022) nos gritaban la buena noticia de que Lara Moreno tenía al mismo tiempo, ojos de poeta y manos de narradora. Los 15 relatos de Ningún amor está vivo en el recuerdo consolidan esa idea.
La (falsa) sensación de haber sido escritos con la urgencia de haber dado con un tono y un respirar adecuado, atrapados en la frecuencia de emisora que su autora quería emitir puede hacernos leer algunos de los relatos con una idea de haber entrado anteriormente en esa habitación. Pero puestos a retirar del plato algún relato, llegas a la conclusión de que no lo harías con ninguno. La sensación de reiteración viene de que todos son jodidamente buenos, inquietantes, lejía que te arrasa el cuello pero no te mata, porque has de seguir con tu vida. Los personajes, las situaciones, la cotidianidad construida con terror no es conclusiva sino que te enfrenta al hecho de que vivirás con miedo, con ése u otro toda la vida. El miedo de la decepción, de la depresión, del maltrato, de la enfermedad, la maternidad, del control, del miedo a tener demasiado miedo. Un miedo que sigue en ti a pesar de que saltes al abismo, porque tampoco era verdad que enfrentándote, desaparecía. El miedo eras tú.
Lo íntimo, lo inconfesable, la pátina con la que todos los objetos, los recuerdos, las decepciones, tu cuerpo y tus vínculos se llenan de una verdad no dicha recorre estos 15 relatos. La mirada de Moreno hace que los contornos basten, las sombras que entran y salen de habitaciones, que viajan o te esperan que vuelvan. Son relatos llenos de agujeros, donde lo cotidiano es tierno y aterrador a la vez, con una voz nunca impostada que hace de las dudas la manera de tropezarse con la verdad y luego tratar de olvidarla. Entren por donde quieran a Ningún amor está vivo en el recuerdo. Mis favoritos son el que abre el libro y da el título a la recopilación, ‘Como si la estuviera viendo’, ‘Salud para criarla’, ‘Los amigos’ o ‘Nunca se acaba la noche’. Sigan a esta mujer. En cualquier formato en el que escriba.
Ningún amor está vivo en el recuerdo
Lara Moreno
Lumen, 205
182 páginas, 18,90 euros

