
Aún no se ha cumplido un año desde que Octavi Anoro (Barcelona, 42 años) abandonó las oficinas centrales de LaLiga sin mirar atrás. Tras algo más de ocho temporadas en la que había sido su casa, esa en la que había prosperado desde el puesto de delegado en Japón hasta el de director de negocio internacional de la competición, el catalán sentía que el ciclo se había terminado. “Fue una escuela brutal, pero no me arrepiento de haberme ido ni lo echo de menos”, cuenta a EL PAÍS desde la ciudad más poblada de Tanzania, Dar-es-Salaam, a casi 7.000 kilómetros de Madrid, donde el tráfico y el caos dejan su apartamento a más de una hora y media de la ciudad deportiva del Azam FC, club en el que se acaba de estrenar como director ejecutivo.
“Nunca pensé que acabaría aquí, en África, pero me llamaron a principios de año y me plantearon un proyecto a cinco meses vista”, explica Anoro, que firmó en primavera como consultor externo de la entidad. “Buscaban a una persona con experiencia y bagaje en el fútbol europeo que, digamos, les ayudara a ordenar la casa. Al final, ellos son un club con un potencial increíble, pero arrastran muchísimos problemas estructurales, empezando por la propia directiva. A mí me apetecía un reto en el que pudiera aplicar todo lo que he aprendido estos años desde dentro, no solo desde una oficina en Madrid. Quería mancharme las manos. Dejar de asesorar y empezar a construir”.
La materia prima le encandiló desde el primer día, pero cuando asumió el puesto de mando, las dificultades no tardaron en aflorar. “Son un diamante por pulir, un cochazo al que solo le falta el conductor adecuado”, advierte. “Las posibilidades son enormes, pero cuando llegué me encontré un club que trabajaba sin hoja de ruta, viviendo al día y reaccionando siempre a los problemas en lugar de anticiparlos. Aquí, tanto en el país como en el club, el corto plazo lo domina todo. Y todo es todo. ¿En qué se traduce eso? En que no existe una visión unificada, un plan que conecte la academia del club, el primer equipo y el negocio. Y, claro, eso hace que se pierda muchísimo dinero cada año”.
Para frenar la hemorragia, Anoro tenía clara su estrategia. “De entrada centré todos mis esfuerzos en intentar profesionalizar el club, implantando unos estándares europeos y haciéndolo económicamente sostenible”, explica. Lo que no esperaba es que quienes deberían ayudarlo fueran los primeros en tratar de ponerle palos en las ruedas. “Hay ciertas dinámicas que resultan difíciles de entender”, suspira, sabedor del recelo que todavía hoy genera su llegada en la vieja guardia del club. “Aquí tienen unos chiringuitos internos que lo convierten todo en un desmadre. Y claro, desmontar eso desde dentro no es fácil”.
Menos aún en un país que desde que alcanzara su independencia en 1961 no ha conocido al frente del gobierno una fuerza política distinta a la actual, el Partido de la Revolución liderado por la presidenta Samia Suluhu Hassan, reelegida en las últimas elecciones generales con el 98% de los votos. El carácter autoritario de su mandato, cuenta Anoro, se evidencia en ejemplos de lo más cotidianos. “El acceso a las redes sociales está vetado en todo el país”, apunta el catalán, víctima, como el resto de la población, de los apagones de Internet que promueve el propio gobierno para, dicen, preservar la seguridad nacional y evitar la desinformación.
Un engranaje sociopolítico que, como cabe imaginar, también se ve reflejado en el fútbol. “De las primeras cosas que entendí de África es que arrastran un mal endémico con la corrupción y el dinero”, apunta el barcelonés. “Aquí, por ejemplo, no es raro ver árbitros sobornados en cada partido. Es más, la CAF [Confederación Africana de Fútbol] asigna unos u otros en función de lo que reciben por detrás. Y claro, hay clubes que tienen esto integrado como un punto más de su estrategia. Es desesperante, pero me prometí a mí mismo que jamás lo usaría como una excusa”.
“Pese a todo, volvería a firmar una y mil veces por el Azam FC”, asegura, convencido de la singularidad futbolística del proyecto. “Aquí tenemos una de las canteras más potentes del país e incluso de todo el continente. Para que la gente se haga una idea, podríamos compararlo a lo que sería el Villarreal en España. Partiendo de esa base, mi objetivo es que la academia deje de perder talento gratis y empiece a generar un valor real. Quiero facilitar vías para que los chicos puedan llegar al primer equipo y, si destacan, salir traspasados a Europa”.
Este mismo diciembre, sin ir más lejos, Anoro ha conseguido sellar su primera venta de un canterano a la liga sueca, un traspaso que no será oficial hasta el próximo mes de febrero. “Aquí tenemos jugadores, chavales aún, que tienen talento para codearse con juveniles de División de Honor en España”, expone. “El objetivo es solidificar esas bases del club para, dentro de unos años, poder rentabilizar el talento y competir de tú a tú con el Simba y el Yanga, los dos clubes más importantes de Tanzania”, concluye.
Lejos quedan sus días a la sombra de Javier Tebas, presidente de LaLiga desde 2013. “Somos muy distintos, tanto a nivel de carácter como en la forma de hacer las cosas, pero aprendí mucho de él y de otra persona muy importante en la compañía, Óscar Mayo, con el que también trabajé codo con codo”, recuerda Anoro. “Javier siempre fue una persona ejecutora, un visionario que se ha ganado lo que tiene a base de muchísimo trabajo. De él aprendí muchas cosas que, digamos, no eran propias de mi perfil dentro de LaLiga. Al fin y al cabo, yo fui uno de sus soldados y, la verdad, no me arrepiento de ello. Al contrario. Pese a nuestras discrepancias, le debo mucho”.
Apareció primero enTu Chica Musical

